Las hojas han caído y sólo el verdor de algún árbol que otro altivo bebe este cielo de invierno que destella ubicándose en el hemisferio sur para tapizar a su antojo paisajes diferentes .
Humean las chimeneas,los vientos se agitan helados y el ermitaño sale a recorrer el páramo con la secreta esperanza de encontrar algo que le reconforte para seguir caminando tanto de día como de noche,pues su tiempo no descansa.
Se encuentra con la soberbia que no se refugia por ningún lado,con la avaricia que penetra por los poros más pequeños,con la lujuria entrando por cualquier ventana,así recorre ciudades y caminos midiendo las acciones de los tres personajes.De pronto observa que la equidad levanta la mano,la sinceridad abraza sin descanso a los que se le acercan,y la inmutable razón del ser se eleva sobre todos blandiendo cual espada la llama de la verdad y las alas del amor.
El paisaje invernal se viste con sus mejores galas inundando de nieve y frías heladas todo lo que se presenta para mostrar las luces de su tiempo que dejarán señales incalculables en cuanto a experiencia y vida.
Las virtudes del hombre justo danzan sin parar con las melodías que desparrama el universo invitando a que lo sigan para alcanzar la plenitud del ser.TODO LO MALO SE CONSUME CON EL FUEGO,TODO LO BUENO CORRE COMO EL AGUA PARA CALMAR LA SED y el invierno sin hojas promete nue
vas primaveras para los que saben entender.El ermitaño ríe porque ha convertido en ESPERANZA la estación más larga del año.
