miércoles, 18 de mayo de 2011

SOL DE OTOÑO

El sol tibiamente empieza a mostrar su frente entre los picos de las sierras a las ocho y diez,la bruma se moviliza lentamente desde la superficie del valle como desperezándose,la campiña remolonea trayendo un mugido que otro junto algún relincho de potrillo que levanta airoso su cola negra y blanca.
La pequeña ciudad se despereza contagiándose de la prisa de los primeros traseúntes,se cubren de luz los techos altos y la cúpula de la iglesia,el empedrado brilla y los niños apuran el paso hacia la escuela.
El otoño parece una novia vestida de gris con una corona de hojas secas sobre su cabeza,los árboles despojados de su vestidura se alzan como aletargados en el tiempo,en medio del cuadro matinal apareció una señora entrada años.Su mirada tenía un dejo de tristeza,la blancura de sus canas brillaban en experiencia,su presencia podría decir mucho para el que sabe ver y no solamente mirar.
El viento sur comienza a batir sus alas con esa fuerza cruda y fría que le caracteriza , la calle se barre,las hojas color ocre bailan a cierta altura con la libertad plena que éste le confiere .
La nada de la nada se hace presente como buscando respuestas en los muros y en las puertas.La agonía se asoma y grita: ¡Me quiero ir,rompan estas ataduras !,nadie responde...a segundos la soberbia invita a ciertos seguidores a manifestar su ego en todas las casas del pueblo,algunas voces se alzan,otras se rebelan y pocas se suman,a pasos la codicia arrojando sus harapos se esfuerza por abrirse paso y ataviada con monedas de oro surge la ambición.El viento se calla,el sol pierde su luz y las sombras empañan esa ostentación que no baja la frente y arremete sembrando engaños,propiciando envidia y rencor.
Surgiendo ante tanto desvarío callejero, el Hada de Otoño improvisa una canción con notas del alma y palabras del corazón y se aleja diciendo:


Si el dinero compra
y el poder corrompe
la inteligencia obra
y el silencio,
amigo de la prudencia,
socio de la calma
desata su andar
sin golpear puertas,ni micrófonos...
Y salta cristalino la ventana
con la liberada sensación de la verdad

Si los hombres no escuchamos
¡Ay de la tierra!
¡Ay de los ambiciosos!
¡Ay de los soberbios!

¡Qué hueco quedará a sus pies,
que sombras en sus almas !

Perdón SEÑOR...Perdón por ellos.